lunes, 26 de enero de 2009

Espíritu Noble, Espíritu Leal

Noble es la esencia del espíritu pleno que dinamiza al cuerpo que lo alberga. Esta virtud solo se manifiesta en los seres valientes, capaces de abordar su existencia a través de los sentidos que afloran desde sus profundos valores. Noble es, quien responde a los sentidos morales que brotan desde su ser. No responde a la nobleza del espíritu, la obediencia impositiva de alguna norma discorde al sentido del alma de quien la acata, pues la nobleza no es normal, no es estándar ni uniforme, es intrínseca al ser que la distingue, valora y vivencia.

Noble pues entonces no es por ser ni bueno, ni malo, es por la simple razón de que con sus actos, reconoce y sigue la línea que le impone sus sentidos. En bueno o malo se transforma quien para los demás es materia de juicio normal, y en ello puede haber muy poco de apreciación exclusiva personal, por esto este tipo de sentencia, puede ni siquiera pesar sobre la conciencia de quien la deba tolerar. Mas el ruin, no puede evadir la traición que consuma sobre sus sentidos espirituales, y es su propia conciencia la que lapida su auto vil desprecio, y en este sentido e instancia, no opera la norma social, ya que las razones a las que obedece la conciencia, son disparadas desde el interior profundo del ser de su propio embustero.
No es tibio ni especula contradictoriamente un espíritu noble, su carácter no le permite esconderse por cobarde. En sus actos puede buscar la racionalidad de sus métodos, pero nunca abandona sus principios y sus fines. Éstos son dos elementos fundamentales de quienes viven noblemente, pues distinguen claramente cual es su punto de partida, y conocen igualmente a donde deben llegar, mas en éste sentido amplio de razones, no puede existir espíritu noble que no reconozca sus principios, y que no encuentre razones validas para darle sentido a sus pasos. Desorientados operan quienes no distinguen sus inicios y errantes atropellan quienes avanzan sin saber a donde se proponen llegar, en estos casos no existe lugar para el espíritu de los nobles.
La sabiduría humana es herramienta útil para comprender los rumbos de cada ser, la inteligencia es válida para descubrir los métodos para alcanzar el norte que dispone el sendero que se proyecta, pero es dable distinguir que son éstas razones propias y personales de cada individuo. Y, es fundamental que éstos motivos estén presentes primordialmente en cada ser, elemento sujeto de un pueblo, una sociedad, una comunidad. Así se despierta la nobleza en cada persona que vive activamente desde su ser en un espacio de desarrollo social, pero la dispersión absoluta de los sentidos no es real, ya que los impulsos sociales enmarcan naturalmente e inevitablemente a los principios que gobiernan la conciencia colectiva, la que a su vez acomete a los principios y sentidos individuales. Así germinan en las diferentes sociedades, los sentidos comunes que se asientan en los valores universales, que no son ni más ni menos que los elementos primarios y necesarios para que se manifieste en principio, el desarrollo armónico de todos los sujetos de un pueblo.
Por medio de estos principios universales, y a través de sus valoraciones prioritarias, se jerarquizan significativamente los principios de convivencia, para armonizar el desarrollo social e individual, y en ésta jerarquía, es en donde se desigualan las diferentes corrientes ideológicas, al punto tal que el orden de sus concepciones suele ser tan diametral, que evidencian discrepancia absoluta. Pero es válido notar, que la diferencia generalmente es a los fines prácticos, pero en sus fundamentos teóricos muy probablemente estén mas cerca de lo que aparentan estar. Es claro que la materia que acota la existencia, ésta exige la eficiencia práctica de los métodos que se emplean, para que la satisfacción sea real, del cuerpo y del alma.
Entonces así, y por medio de las similitudes entre valoraciones, los espíritus nobles, reconociendo los principios que los encuentran, se disponen objetivos comunes. Así se inicia la lealtad de quienes coinciden con pleno sentido en principio, acción y fin.
Leales pues entonces son quienes noblemente sienten los designios de su ser, que comprenden su acción acorde a su compromiso colectivo, que se homologan con sus principios y fines personales. La lealtad vista así, implica confianza, que solo puede brotar de quienes firmemente se pueden aplomar sobre sus principios y valores, y para ello deben fundamentalmente ser nobles. Entonces se nota que la lealtad tiene un carácter similar a la nobleza, pues no es sinónimo de obediencia, sino un compendio de nobleza, coincidencia, confianza y su amalgama es la solidaridad, pero su mandato es posterior a la nobleza, ya que implica la interacción de varios individuos organizados en una comunidad, dispuestos a alcanzar un fin, consientes de una realidad actual, con una metodología en la acción acorde al orden jerárquico de sus principios y valores.
Jamás podrán ser leales quien acatan sin coincidir con los sentidos de acción que le imprime su ser, mas bien serán cautivos de alguna traición moral que consuman a sus espíritus; a ellos les resta por aceptar las normas impuestas, pues su propia debilidad no les insume la capacidad para construir en un sentido propio de acción. Ésta es la primera razón de desconfianza entre los pares de una comunidad, ya que si algún ser es capaz traicionar sus principios y valores, pues entonces que resta de su conducta para con los demás. En éste esquema, lejos está de fundarse la solidaridad, la confianza, y la noble coincidencia, por ello, mas lejos aún se posiciona la lealtad. Así en un carácter mas simple, leal es quien emprende una acción, porque sus pares lo requieren, y fundamentalmente porque descubre, comprende y coincide con los sentidos de su tarea. Esto hace a las personas leales, ya que cimientan organizadamente y con plena conciencia los espacios que en conjunto pretenden construir.
La inteligencia reconoce a los seres y los propende a la tolerancia, pero la inflexión se descubre en los propios sentidos morales de las personas. La ética permite que los pares de una comunidad puedan alcanzar sus objetivos sin transgredir los principios que la constituye, y es ésta una variable que se ajusta a la conciencia colectiva y al escenario de acción. Así, solo la fuerza bruta puede imponer déspotamente, recetas que son asumidas solo por quienes contradiciendo sus principios morales, callan la voz de su conciencia, o por aquellos que en sus sentidos y fundamentos éticos aceptan la premisa, para cuyo caso, la imposición no lo es, ya que la directriz se convierte en una mera coincidencia colineal de acción.
Las ideas se transforman solo en supuestos mientras no tengan un sustento práctico, esto hace a los conceptos menos confiables, ya que la subjetividad de su dueño, las hace vulnerables a las contraposiciones, y más aún si deben disputarse contradictoriamente ante hechos reales. Así, y a modo de reseña y sustento de las ideas, es útil traer a la memoria un acontecimiento digno de reconocimiento de nobleza y lealtad, el 17 de Octubre de 1.945. Un pueblo, en sintonía con una premisa noble, que emergía desde el espíritu de cada individuo que componía ese movimiento obrero popular, reconociendo un estado de situación presente, y con un objetivo claro y conciso, con plena confianza entre sus pares y coincidencia, unidos solidariamente se dispusieron recuperar la libertad y potenciar el protagonismo político de su líder representante, el más grande estadista que tuvo el mundo en los últimos siglos, el General Juan Domingo Perón. Así se conmemora en esa fecha del calendario, un acontecimiento digno y supremo de lealtad popular.

1 comentario:

  1. Te volviste bloggero he!! JEJEJEJ

    un abrazo ingeniero!!!

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