lunes, 26 de enero de 2009

Espíritu Joven

Llenos de energía renovadora, los jóvenes, promotores de los progresos evolutivos sociales, hacedores de nuevas ideas, despojados de complejos dogmáticos estatizantes, son y serán siempre quienes asuman el rol protagónico que su capacidad, conciencia y compromiso, les impulse a “Ser”, por sobre la coyuntura de su existencia…

Los tiempos de las sociedades que evolucionan hacia un próspero porvenir, exigen el compromiso social de los espíritus jóvenes que la conforman, y sépase que no es la juventud de espíritu una cualidad etaria. Fácilmente puede especularse que viene con los años, y se va con ellos, pero, el sentido fundamental que debe caracterizar a un joven, radica en el hecho de que su acción es impulsora de los cambios sociales que sobrevienen a cada generación, y el reconocimiento por parte de quienes pretenden gozar de ésta virtud, es sustancia fundamental para que la razón de su presencia no sea vana.
Tentadora como la luz que enceguece a los insectos, es la oferta efímera que el modelo liberal capitalista ofrece en su mercado. Insípido es el gusto de la vida cuando se olvidan los objetivos, sonsa es la acción que busca saciar la ambición ajena, carente de razón para el espíritu el acto que no se justifica por los valores e ideales intrínsecos a cada ser que los concreta. Ése es el destino que le espera a cada persona que no aprende a descubrir la vida que le brinda la juventud de su espíritu; dolosa la condena de quién conociéndolos los ignora. Es marchita la vida de quién vive sin saber cual es la razón que impulsa sus sentidos, y frustrada la de quién los reconoce pero los abandona. Vieja el alma de aquellos que no luchan por vivir, gozar de la acción de mejorar cada día mas, sin importar para ello la edad que les circunde, de hecho, la vejez del espíritu puede estar enfermando una sociedad de nacientes ciudadanos sin que ello se advierta en lo cotidiano.
Aprender a comprender de lo bueno o de lo malo, suele ser un hábito de quién pretende entender para crecer, ejercicio que no se descubre en cátedras ni doctorados, espacios que tan solo la mente libre puede ejercer. El bullicio, el ruido, redundan en la confusión necesaria para buscar distraer la atención de quienes viven en la promesa del porvenir. Caracteres que se plasman en una moda que busca vaciar al ser de su personalidad para acotarlo en un esquema programado, idealizado por intereses ajenos al individuo y estereotipado en un sistema que como un damero encaja en un contexto socio individual. Sin pretender replantear el orden del esquema social, ya que esta es una cuestión mucho más compleja y presta a conceptos dispares, los jóvenes del presente, imitando en compromiso a aquellos que nos antecedieron en décadas pasadas, estamos instados a ser protagonistas y a estar a la altura de los acontecimientos que el presente y el futuro nos presenta. Valiéndose del conocimiento, a través de la información, es dable arribar a razones muy distantes de aquellas superfluas que constantemente se pretenden imponer a través de los servicios multimediales.
No es errado pensar que lo aparente nunca ha dejado de serlo, y que la esencia brota de las raíces. Mundano, todo aquello que no hace más que hacer perder la vida en lo presuntuoso. Perder la vida, ni más ni menos, perder la juventud del espíritu, olvidar la esencia, o simplemente arrumbarla a un lado. En la Argentina, tanto como en otros países de Latino América, este actual presente, ofrece un escenario de cambios que demanda el compromiso de la juventud viva, despierta a los acontecimientos; del protagonismo depende la sustentabilidad de la defensa de los valores. Los progresos de una comunidad no obedecen a la presencia de seres astrales, es por el contrario, la sumatoria de la acción de cada individuo. Desde lo cotidiano y concreto se refleja el crecimiento de una comunidad.
Es común el objetivo social, cuando se pretende la felicidad de un pueblo, siempre que para ello se dignifique al ser humano, poniendo el capital al servicio de éste, contrariando así a aquellos modelos que el capitalismo imperialista proyecta imponer. Ésta es una batalla abierta, enmarcada en un contexto económico-político internacional-cultural, contra un género invasor, perverso y silencioso, que constantemente ingresa a cada núcleo familiar desde los medios de comunicación, desde la moda, desde las cotidianas distracciones, desde el ruido, y que busca socavar la moral social. No es relato de novelas, ni paranoia esquizofrénica. El complejo entramado opresor, nace desde cada ser capaz de doblegar su moral al costo de la moneda, poniéndole un precio a su libertad, y se alimenta de todos quienes por descuido o ignorancia caen en las fauces de ese sistema.
Aceptando lo relativo desde la existencia de cada ser, se puede comprender que las posturas ante ésta situación pueden variar ampliamente de espectro; paralelo a ello, lo sublime. Las ideas y el sentimiento, no siempre siguen el mismo camino; la conciencia y la razón no necesariamente colindan, la alegría y la felicidad algunas veces siguen distintos surcos, no todo lo que brilla es oro… no se puede ser sabio si no se es sincero con uno mismo…
No permanece de brazos cruzados el que padece hambre, a no ser que pretenda fallecer, prevé la escasez el oso que caza en verano e hiberna luego, ya que de lo contrario, en estado famélico invernal podría morir. Tiene vida el que lucha por su existencia, y es prueba de garantía, para aquel que se adelanta a la coyuntura de los acontecimientos. Los avances que se pueden concretar en las interpretaciones del contexto mundial, son necesarios para superar la trinchera de guerra que nos delimita el imperio. La data barata generalmente tiene un costo de engaño, son útiles para ello el conocimiento a través de la investigación y el análisis a través del criterio de la razón, y sobre todas las hipótesis, es indispensable reconocer siempre quién y donde está posicionado el enemigo. Las costumbres banales, los vicios, propios de la materia débil y acotada, los desenfrenos, los actos sin conducta moral y sin sentido de amor a uno mismo como al prójimo, son los instrumentos que utiliza el sistema para aprehender individuos. Reconocer esto es el primer paso para emprender la lucha más importante, la interior, pues no puede ayudar quién no se ayuda, y es signo de vida y juventud quién se cuestiona y se propone mejorar, para poder ser firme y solidario con los demás. Ésta es una lucha que va más allá de cualquier ideología partidaria, va mucho más allá de cualquier lógica intelectual, ésta es la lucha de la vida, y si no se despierta en la juventud del espíritu, entonces, muy probablemente, estará fuera de tiempo.
El que entregue su vida a la materia, el que se ofrende al modelo neo liberal sometido a los esquemas impuestos en las masas y renuncie a la libertad de su individuo, muerto en vida quien se ajusta a una moda, vano flagelo social. Auguran esperanza los nuevos tiempos de nuestro país, pero al mismo tiempo instan a las nacientes generaciones al compromiso en base a la capacitación y la acción de los jóvenes con mentes despiertas de nuestro territorio Argentino.
Gozar de libertad en la acción y pensamiento, es gozar de vida, pero ello obliga a la conciencia a ser responsable de los sentidos que gobiernan los actos de la existencia humana, sin posturas mediocres. Los actos tibios, carecen de sentido de acción, ya que no definen la trascendencia, no son más que meros engaños personales, perdidas de tiempo, desperdicio de instantes de vida. Envejece el espíritu todo aquello que limita, acota o trunca las ideas, que por fácil configura la rutina, que por temor doblega el criterio, que por ignorancia enceguece al necio y confunde al distraído. Vivir puede ser no más que un proceso biológico, o un suceso de emociones. Si por vida se acepta la de un vegetal o la de una mariposa, queda por sentir que a pesar de las formas se impone en el pensamiento una matriz que lo faculta, la vida. Es la muerte lo opuesto a aquello que mueve la conciencia, es la muerte aquello que la aquieta hasta su asfixia, es la muerte aquello que paraliza las ideas, y es profecía de muerte el envejecimiento del espíritu.
Por una patria socialmente justa, económicamente independiente y políticamente soberana, para su grandeza y para la felicidad de sus habitantes, el Pueblo Argentino tanto como los hermanos Pueblos Latinoamericanos despierta desde aquellos Espíritus Jóvenes que se rehúsan a la dominación imperialista y demanda el despertar de quienes aún no han podido hacerlo.

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